Cumplir años siempre me ha parecido un motivo para celebrar la vida. Porque la edad es irrelevante, lo importante es cuántos atardeceres has visto, corazones amados y viajes realizados.
Y así, en la Escapada de este mes, terminé celebrando un año más de vida en Valle de Bravo. Este es un lugar a 145 km de la Ciudad de México y nombrado así en honor al general Nicolás Valle.
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Valle de Bravo es más que un lago, es un lugar mágico con tantas actividades como flores y paisajes.
Disfrutar de sus bosques, sus veleros, sus calles empedradas, sus centros de meditación, sus bellísimos hoteles y casas de descanso, tiene la gran ventaja de tener un clima soleado durante el día y refrescar hasta sentir el frío por la tarde. Esto hace que las chimeneas abunden y que se hagan círculos de fuego que te invitan a acompañarlos de una copa de vino y unos bombones quemados al ritmo del fuego crepitando y envolviéndote con su calor.
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Es ahí donde se dan las mejores historias, esas que se convierten en recuerdos y en momentos inolvidables.
Esta vez tuve la oportunidad de subirme a un velero y disfrutar del aire golpeando mi cara, de las risas, de los paisajes de esa desconexión que sólo estar en medio del agua te da, esa que te desconecta del futuro y te ubica en el presente.
Velear se me hace una de las actividades más complicadas; con tantas sogas, tantos amarres, estar tan pendiente del viento, de cómo dirigir el barco. Velear se parece tanto a la vida, al final, tienes que usar todos tus recursos para utilizar el viento a tu favor y poder ir a donde más te plazca.
Caminar durante el atardecer y visitar el pueblo, comer una nieve de zarzamora que se te deshace en la boca. Conocer el ahuehuete de más de 300 años, o el monasterio budista o, el centro de meditación. Las opciones de bienestar en Valle son parte del lugar; tanto qué hacer... desde los baños de bosque, hasta meditar en algún lugar apartado y mágico, hasta los más increíbles spas y áreas de descanso.
Pero creo que lo que más disfruté fue el silencio, la calma que emana de su naturaleza, de su paisaje que simplemente te lleva a otra dirección. Lograr conectar con la calma permite a tu mente encontrar soluciones, dejas que tu alma se conecte, te hable y confías nuevamente.
Cuando terminas un año y comienzas otro haces un recuento de todas las experiencias vividas, de lo bueno, lo malo y lo que aún te falta por recorrer. Celebrar la vida con esa tranquilidad rodeada de gente que te aprecia; es un regalo.
Y sí… Valle de Bravo tiene esa calma y esa acción, esa fuerza que te hace subir en un espiral de descanso de reconexión y de amor a la vida.