Ante la emergencia climática que amenaza el equilibrio ambiental del planeta, la responsabilidad de proteger algunos de los rincones más paradisíacos en el mundo ha recaído en el sector turístico: en las empresas privadas que se convierten en parte integral del ecosistema natural y cultural de un destino; en los gobiernos facultados para proteger su sostenibilidad ambiental y social, y en los viajeros que estamos obligados a conocer y respetar su patrimonio.
Con el objetivo de lanzar una acción coordinada que, desde la iniciativa privada, atienda dos de los grandes desafíos medioambientales que enfrenta el Caribe mexicano, la Asociación de Hoteles de la Riviera Maya (AHRM) presentó este año un par de iniciativas para mitigar el impacto de la actividad turística en una región que recibe 17 millones de visitantes al año.
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“Somos la única asociación de hoteles en México y en el Caribe que cuenta con un programa de esta índole”, asegura Toni Chaves, Presidente de la AHRM, sobre los dos programas “realmente profesionales y avalados por instituciones internacionales” que han diseñado para dar un respiro a la naturaleza costera de Quintana Roo.
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El primero de ellos, Proyecto Riviera Maya Destino Turístico Meta 2030 Carbono Neutral, presentado en mayo en colaboración con un Consorcio Tecnológico especializado en acción climática, busca compensar su huella de carbono del destino y alinear sus objetivos con los acordados en las cumbres de París y de Glasgow. El segundo, llamado The Seas We Love, busca hacerle frente al deterioro climático a través de la recolección del sargazo y su transformación en energía.
“Llevamos años recibiendo cantidades extraordinarias de sargazo y, hasta ahora, el trabajo y el costo de recogerlo ha sido responsabilidad de los hoteles”, continúa Chaves cuando describe las dificultades que se han encontrado a la hora de presentar esta problemática ante el gobierno federal. “Es mucho más grave de lo que imaginan: está afectando barreras de coral, cambiando los colores del agua, las tortugas están modificando sus rutas migratorias… El problema es ambiental y la responsabilidad recae en los gobiernos”. Algunos hoteles, afirma, gastan hasta 25 millones de pesos durante los meses que más sargazo llega a estas costas.
Con esto en mente –y en consecuencia de la tímida respuesta que han recibido por parte del gobierno–, la AHRM, de la mano de instituciones privadas y universidades nacionales y extranjeras, está realizando un estudio que explique mejor el origen de las grandes manchas de sargazo que están llegando a las costas caribeñas y que les permita obtener parte de los recursos que las grandes corporaciones internacionales destinan anualmente a combatir el cambio climático.
“Quizás las instituciones federales no tienen la capacidad de dimensionar este problema”, concluye Toni Chaves, “pero es importante que un destino que, cada año, recibe millones de visitantes lidere un programa de esta índole”.