Las historias de brujas tienen tantas versiones como destinos hay en el mundo, pues son un personaje de leyenda que siempre atemoriza a la humanidad; en el caso de México, no es excepción pues desde épocas prehsipánicas se cuenta de las mujeres que se alimentaban de la sangre de los recién nacidos, dejando moretones en los bebés, que con el paso del tiempo morían si no eran protegidos colocando cruces en las puertas.
Se trata de la leyenda de Mometzcopinqui, unas brujas que tenían el poder de quitarse las piernas y tomar características de aves, especialmente de aves pues gracias a eso podían volar en busca de su presa; posteriormente la historia las describe como “bolas de fuego”, pero siempre con la intensión de absorber la sangre de los niños, a quienes incluso dejaban abandonados en el camino y fuera de casa, con el riesgo de que continuaran desangrándose hasta perder la vida.
Te podría interesar
¿Cuál es la leyenda de las brujas que se alimentaban de la sangre de los bebés?
De acuerdo a la cultura popular y las tradición oral de las leyendas mexicanas, estas mujeres habían nacido en el Ce Ehécatl o días de viento, por lo tanto se les otorgaban poderes oscuros al nacer, así que ante el temor de los familiares, las abandonaban en cerros y montañas; al crecer llegaban a las poblaciones en busca de su alimento: la sangre de los recién nacidos. Para lograrlo, quitaban sus piernas para cambiarlas por unas de guajolote, los brazos se convertían en alas y les salía un pico para así volar.
Con el paso del tiempo, se hizo popular el avistamiento de “bolas de fuego”, principalmente en los cerros, lo que atribuyeron a las Mometzcopinqui, que saltaban convertidas en ese elemento para así obtener niños a los cuales succionarles la sangre. La manera de proteger a los niños era que la madre durmiera con ellos pero resguardando la casa con cruces en la puerta para evitar la entrada de las brujas, porque incluso hay quienes dicen que tenían el poder de adormecer a la madre y robar al bebé de sus brazos.