Escapar a la naturaleza puede seguir muchos caminos. Sí, están los senderos que escalan montañas, los que atraviesan bosques y desiertos, y los que desembocan en la playa, pero recientemente, una expansiva variante del ecoturismo, impulsada por nuestro creciente interés en relacionarnos y entender los espacios naturales, ha ganado nuevos adeptos en la comunidad viajera. El agroturismo –una rama del turismo enfocada en visitar áreas rurales para participar, de primera mano, en las actividades agrícolas de la región– propone el acercamiento al campo como una vía para conocer a profundidad la cultura local.
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Entre los destinos más populares que componen la cartografía del agroturismo, se encuentran fincas, granjas, huertos y ranchos, en donde los visitantes se involucran en actividades como la siembra, la cosecha y la cría de animales, además de asistir a festividades tradicionales, ferias artesanales y gastronómicas, y mercados, facilitando que la derrama económica del turismo se reciba, directamente, por los productores y de la localidad.
En la última década, viñedos y otros campos de cultivo, como cafetales y sembradíos de agave, han aprovechado la popularidad del turismo gastronómico para desarrollar movimientos como la restauración farm-to-table e incorporar programas más completos de hospitalidad, experiencias, sostenibilidad y bienestar. De esta manera, desde las granjas, los viajeros estamos encontrando nuevas maneras de relacionarnos con el patrimonio natural y cultural de las zonas rurales que envuelven a las grandes ciudades, fomentando el impulso de las comunidades locales y reduciendo el impacto del turismo masificado en regiones vulnerables.
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Tres de los principales beneficios del agroturismo son:
1. Viajar con cuidado
Al alentar a los agricultores a adoptar prácticas de agricultura orgánica y ofrecer nuevos canales de venta para sus productos, el agroturismo promueve, también, la incorporación de prácticas agrícolas sostenibles en comunidades que de otra manera no hubieran recibido los incentivos ni las inversiones necesarias para reducir el impacto ambiental de sus operaciones cotidianas.
2. En comunidad
Del mismo modo, el agroturismo puede estimular las economías locales mediante la promoción de productos agrícolas y la generación de ingresos y empleos para los residentes de la comunidad. A menudo los visitantes adquieren artesanías y productos cultivados localmente que pueden contribuir al crecimiento de las empresas locales y apoyar el desarrollo rural.
3. Orgullo local
De esta manera, el agroturismo es una forma de preservar las culturales rurales tradicionales mediante la investigación, promoción y cuidado de sus prácticas artesanales, riqueza gastronómica e identidad ancestral. Los viajeros pueden aprender sobre las costumbres, tradiciones y formas de vida locales, e involucrarse en la preservación del patrimonio cultural y promover el entendimiento intercultural.