Chichén Itzá impresiona por su belleza propia. Estas ruinas mayas son una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno y cada año recibe millones de turistas que quieren conocer más sobre las civilizaciones que vivieron en la zona mucho antes de la conformación de México, además que, sin duda, son uno de los puntos principales de encuentro en la península de Yucatán.
Los secretos que tiene son muchísimos y es por eso que también muchos estudian cada uno de los rincones que esta zona arqueológica ofrece, y es que la inteligencia de la civilización maya trascendió fronteras y se compara con las civilizaciones más avanzadas de la época, esto debido a la forma en cómo construyeron sus imperios.
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Este jueves se presenció un fenómeno único y que pasa muy pocas ocasiones luego del equinoccio de primavera, y es que la “Serpiente de Plata” o “Kukulcán lunar” se percibió en las ruinas de la zona arqueológica para mostrar los secretos que esconden las construcciones de esta civilización, una de las más antiguas.
¿Por qué se crea una serpiente en la pirámide de Chichén Itzá?
Todo ocurrió hace 30 años cuando se descubrió este fenómeno, mismo que se trata cuando la “serpiente lunar”, quien es el Dios Kukulcán de los mayas, desciende sobre las escalinatas del Castillo de Chichén Itzá a la luz de la luna.
Fue después de las 4 de la mañana cuando se observó el fenómeno y fue el guardián de las ruinas, José Antonio Keb Cetina, quien vio la sombra que bajaba por las escalinatas del lado oeste del Castillo de Kukulcán, proyectándose poco a poco sobre los siete triángulos para dar el efecto de serpiente lunar en descenso.
“La simetría del Castillo con la Luna llena de la primavera es perfecta y nos deja ver estos fenómenos sobre la pirámide”, dijo Keb Cetina a la agencia EFE, además que señaló que el descenso de la “serpiente de plata” fue rápido y que los perros guardianes del sitio arqueológico no lo percibieron, ya que “Cachimba” y “Osita” se durmiendo durante el descenso de la deidad maya.
El fenómeno arqueoastronómico fue descubierto en 1993 por el arqueólogo Víctor Segovia Pinto y el matemático Eddie Salazar Gamboa, y desde entonces es investigado para conocer todavía mucho más de los secretos del mundo maya.