El 10 de mayo quedó grabado en la historia como un día excepcional, donde una tormenta solar de proporciones colosales rugió en el espacio durante 39 horas continuas, siendo la más intensa en dos décadas y alcanzando el grado G5, el máximo en la escala de tormentas solares. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) emplea el Índice de Tormenta Geomagnética, conocido como G-Scale, donde G5 es sinónimo de extremo.
Este fenómeno solar desencadenó la danza de las auroras polares en lugares insólitos, como México, donde no se había presenciado tal espectáculo en 165 años, así como en otras naciones como Alemania, Argentina, España, Francia y Namibia. En México, aunque las auroras boreales no se avistaron en todo el territorio, ciudades como Baja California, Chihuahua, Coahuila, Durango, Jalisco, Nuevo León, Sonora y Zacatecas fueron testigos privilegiados.
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¿Qué es la aurora boreal y cómo se produce?
Es posible que al oír "aurora boreal" te imagines luces coloridas sobre paisajes nocturnos y países como Finlandia, Groenlandia, Islandia o Noruega. Sin embargo, para comprender qué son y por qué se forman las auroras boreales, es crucial hacer una distinción: el término general para este fenómeno es auroras polares, reservando "boreales" para las que aparecen en el hemisferio norte y "australes" para las del hemisferio sur.
Para comprender qué son las auroras polares, primero debemos entender su origen: el Sol. Esta enorme estrella es la principal fuente de radiación electromagnética en nuestro sistema solar, del cual la Tierra forma parte. Funciona como una especie de central eléctrica espacial de la cual nos beneficiamos. En su núcleo, se genera una enorme cantidad de energía, la cual luego se desplaza hacia la superficie, dando lugar a corrientes que crean los campos magnéticos.
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Al llegar a la superficie solar, estos campos magnéticos se estiran hasta romperse y liberar gran cantidad de una especie de gas caliente compuesto por partículas eléctricamente cargadas, conocido como plasma. Cuando este fenómeno ocurre a gran escala, se le denomina tormenta solar. Cuando esta tormenta, acompañada de toneladas de plasma, alcanza la Tierra y choca con su campo magnético, el plasma se desvía hacia los polos debido a la curvatura del campo magnético terrestre.
Una vez en la atmósfera terrestre, el plasma solar interactúa con los gases como el oxígeno o el nitrógeno. La intensa interacción entre los átomos atmosféricos provoca que, al regresar a su estado normal, liberen energía adicional en forma de luz. Es precisamente este proceso el que da origen a las auroras polares: boreales y australes. La intensidad de la última tormenta solar fue tal que las auroras polares hicieron su aparición en lugares inusuales.