De unos años a la fecha, las playas del Caribe mexicano perdieron parte de su encanto, y bajo ese sentido queremos dejar en claro que no es porque su agua color turquesa o su arena blanca no sean hermosas, sino que la llegada del sargazo mermó esa belleza inconfundible que hacia que las playas de la zona fueran un referente mundial.
Y aunque todavía lo son y se consideran entre las más hermosas del planeta, la realidad es que el sargazo, cuando es mucho, ha ahuyentado a varios turistas que muchas veces no disfrutan esta alga con la que el gobierno local, estatal, municipal, así como el sector privado, luchan por quitar para beneficio de los millones de turistas que llegan a este punto del territorio nacional.
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¿Qué es el sargazo?
En primera instancia tenemos que entender qué es el sargazo, pues de acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) es una macroalga marina a la cual se le puede ver flotando en la superficie del océano. Está compuesto principalmente de dos especies, S. natans y S. fluitans.
El sargazo sirve como hábitat importante para muchas especies marinas, ya que proporciona alimento, sombra y refugio de peces, camarones, cangrejos y tortugas.
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Sin embargo, desde el verano de 2013, se reportó la llegada de cantidades atípicas de esta macroalga a las costas del Caribe mexicano, situación que se volvió constante a finales de 2014 y durante 2015. El arribo de esta alga se debe al aumento de nutrientes, de la temperatura del agua, así como el flujo de corrientes marinas y vientos.
¿Qué pasa si nadas en una playa llena de sargazo?
En tanto, podríamos pensar que no hay efectos contrarios para nadar en playas que tengan grandes concentraciones de sargazo, pero la realidad es que contiene elementos como arsénico, cobre, manganeso y molibdeno, que en altas dosis pueden ser dañinos tanto para humanos como para la flora y la fauna de esa región, afirmó Rosa Elisa Rodríguez Martínez, integrante de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, con sede en Puerto Morelos, Quintana Roo.
La Gaceta de la UNAM tuvo una charla con la académica, quien compartió que debido a estos elementos, se pueden sufrir consecuencias para los humanos, aunque esto solo con grandes concentraciones de la alga y cuando la misma ya está llegando al final de su vida.
“Si bien algunos de estos elementos son nutrientes esenciales, otros pueden llegar a ser tóxicos en altas concentraciones. El que más preocupa es el arsénico, pues se encontró en todas las muestras colectadas y en la mayoría superan los límites establecidos para consumo humano y animal”, destacó Rodríguez Martínez.