La mayoría de las personas cuando hablamos de monarquía en México, piensan en Maximiliano y su esposa Carlota, quienes juraron como Emperadores del territorio mexicano un 10 de abril de 1864; este estado monárquico duraría hasta 1867. Sin embargo, lo que pocos saben es que tiempo atrás existió otra emperatriz que casi nadie recuerda o conoce.
Es cierto que cuando se menciona emperatriz en este país, el primer nombre que se viene a la mente es el de Carlota, una mujer que robó reflectores durante este periodo, lo cierto es que antes de que ella llegara México ya había tenido otra emperatriz pero que lastimosamente su nombre fue olvidado con el paso del tiempo.
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La emperatriz de México antes de Carlota
Antes de aquel 10 de abril de 1864, cuando Carlota y Maximiliano fueron nombrados emperadores de México, este país ya había tenido una mujer con el mismo nombramiento, se trataba de Ana María Josefa Ramona Juana Mepomucena Marcelina Huarte y Muñiz, quien fuera esposa de Agustín de Iturbide.
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Ana María nació en la ciudad de Valladolid, actualmente Morelia Michoacán un 18 de enero de 1786, era la hija del alcalde provincial Isidro Huarte y Arrivillaga, y de una criolla de nombre Ana Manuela Sánchez de Tagle, quienes fueran una de las familias más poderosas del estado, incluso, se dice que el estatus social de la familia Huarte, era mayor que el de los Iturbide. Ana junto con sus hermanas recibía clases de lectura y tenía una gran biblioteca. Fue al Colegio de Santa Rosa de Valladolid donde dicen los relatos, Agustín de Iturbide solía pasearse frente al colegio, llamando la atención de Ana María.
El auge y declive de la emperatriz Ana María
Tiempo después Ana María y Agustín de Iturbide se comprometieron y se casaron un 27 de febrero de 1805, con 19 y 21 años respectivamente, un año después nacería su primer hijo de diez que tendría en total, solamente uno moriría en la infancia. Ya metidos en el tema político, los levantamientos armados transformaron su vida, llevándolos a la Ciudad de México, Fue en 1815 y 1816 su familia fue acusada de malversaciones de fondos además de una relación ilícita por parte de Iturbide terminaron por hundir a la familia. De ahí en adelante la emperatriz quedaría marcada y quedaría bajo la sombra de la infidelidad, sin embargo nunca lo dejaría y se mantuvo apoyando a su esposo.
En 1820 y 1821 su esposo lideró la revolución del Ejercito Trigarante, y envío a Ana María a Valladolid a una misión diplomática. Donde fue recibida con honores. En el año de 1822 se transformaría en emperatriz del Anáhuac, sin embargo, la pareja se mantenía alejada debido a la relación de Agustín con la Güera Rodríguez, lo que llevó a Ana María a una depresión que la convirtió en adicta a los dulces de leche subiendo de peso drásticamente. Tras abdicar Iturbide se fueron a Italia y Londres, regresaron a México y en 1824 Agustín fue aprehendido y fusilado. Tras la muerte del emperador, Ana María viajó a los Estados Unidos, donde se quedó en Filadelfia hasta su muerte el 21 de marzo de 1861.