En Roma existe una puerta que resguarda uno de los secretos más singulares del mundo: una cerradura desde la que es posible ver tres países al mismo tiempo. ¿Tres países al mismo tiempo? Podría parecer increíble, pero se trata de la cerradura de la Villa del Priorato de Malta, situada en la colina del Aventino.
A simple vista parece una puerta común, aunque al mirar por el pequeño orificio se revela una vista perfectamente alineada que abarca los jardines italianos, la cúpula de San Pedro en el Vaticano y, por supuesto, el territorio de la Orden de Malta. Así, al mirar a través de ella, no ves uno ni dos, sino tres países.
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La experiencia es tan sorprendente que muchas personas hacen fila solo para asomarse unos segundos. Lo que se ve es completamente real: estás mirando desde suelo de la Orden de Malta, un territorio con estatus soberano especial; en medio, los jardines del Aventino, que pertenecen a Italia; y al fondo, la majestuosa cúpula de la Basílica de San Pedro, dentro del Vaticano. Tres países en una sola línea de visión, sin moverte del lugar.
Esta perspectiva no fue casualidad. Se creó en el siglo XVIII durante una remodelación dirigida por Giovanni Battista Piranesi, un artista y arquitecto famoso en Roma. Él diseñó la entrada y la pequeña plaza frente a la villa, decorada con símbolos militares y elementos rococó. Su idea era remarcar la conexión entre los Caballeros de Malta y la fe católica. Lo logró tan bien, que hoy miles de viajeros buscan esa vista cada año, solo para disfrutar de unos segundos de asombro.
La historia de la cerradura del Aventino
La Villa del Priorato di Malta tiene una historia que se remonta a hace más de 900 años. Los Caballeros Hospitalarios, antecesores de los actuales Caballeros de Malta, surgieron durante las Cruzadas y se dedicaban a cuidar peregrinos en Jerusalén. Con el tiempo, fueron expulsados y terminaron estableciéndose en la isla de Malta, desde donde mantuvieron su carácter religioso y militar. En Roma, su sede se levantó en esta colina, y aún hoy conserva su estatus de soberanía.
Pisar la colina del Aventino es entrar a una zona más tranquila de Roma. Allí no hay el bullicio del Coliseo o la Fontana di Trevi, sino un ambiente sereno con jardines, iglesias antiguas y miradores. Muy cerca de la famosa cerradura está el Jardín de los Naranjos, otro rincón popular desde donde se obtienen vistas panorámicas de la ciudad. Pero ninguno se compara con el efecto casi mágico del “buco della serratura”, el ojo de la cerradura que todos quieren mirar.
Durante el día, la cúpula plateada de San Pedro brilla entre los árboles; por la noche, se ilumina en tonos dorados. El follaje cambia según la estación, así que cada visita te regalará una vista distinta. Algunos viajeros dicen que lo mejor no es solo mirar por la cerradura, sino observar las reacciones de quienes lo hacen: el gesto de sorpresa y la sonrisa cuando descubren la escena al otro lado.
El jardín que se ve detrás del portón pertenece a la Orden de Malta y no está abierto al público. Sin embargo, eso no impide que la gente forme fila frente a la puerta verde de la Piazza Cavalieri di Malta. Es una escena típica: alguien se agacha, mira, se sorprende y luego deja su lugar al siguiente. Muchos intentan capturar la vista con sus cámaras, pero nada iguala verla en persona. Es una de esas experiencias que se disfrutan mejor con los propios ojos.
Consejos para tu visita a la cerradura del Aventino
Para llegar desde el Circo Máximo o el barrio de Testaccio se puede subir caminando a la colina Aventina en unos 15 minutos. El paseo es agradable y, al final, el premio es esa cerradura que te regala una vista única del Vaticano, Italia y la Orden de Malta al mismo tiempo. No hay entradas, horarios ni grandes preparativos: solo un pequeño agujero, una gran historia y una postal perfecta que dura unos segundos.