DÍA DE MUERTOS

Atlixco: ¿Cómo se vive el Día de Muerto en los campos de cempasúchil?

En el corazón de Puebla, el Pueblo Mágico de Atlixco trabaja todo el año para mantener con vida las tradiciones de Día de Muertos

Atlixco, en el estado de Puebla, se decora con la pomposidad y simbolismo de la flor de cempasúchil.Créditos: J. Alexis Hernández y Especiales.
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Cada año, en el valle de las flores, brota una especie protectora que guía el camino de las ánimas en su regreso provisional a casa. Es ella la encargada de emular la luz solar y de perfumar los recuerdos que traen consigo los festejos por el Día de Muertos.

Por eso, las calles coloniales de Atlixco, en el estado de Puebla, se decoran con la pomposidad y simbolismo de la cempasúchil, de la cual son productores doña Blanca y don Vidal.

Al llegar a su campo de cultivo, nos reciben con simpatía. Hablan de la calidez y bondades de la naturaleza, las cuales hacen juego con sus palabras. Nos explican que las flores más grandes, esponjosas y con pétalos más compactos, son hembras; en cambio, los machos son de un estilo modesto, con menos volumen y hojas, pero con el centro más expuesto.

La flor, que remonta su existencia a más de 3 mil años de antigüedad, resguarda entre sus pétalos la leyenda de los amantes Xóchitl y Huitzilin, quienes vieron privado su amor debido a la guerra. Antes de separarse, pidieron la bendición del dios Tonatiuh; sin embargo, él cayó en batalla.

La flor de cempasúchil tiene más de 3 mil años de antigüedad. Foto: J. Alexis Hernández y Especiales.

Desconsolada, Xóchitl le suplicó a la deidad del sol por el regreso de su amado. Tonatiuh, conmovido por el acto, le concedió el anhelo. A ella la convirtió en una flor, y a él en un colibrí, que al momento de reencontrarse vieron el brote de unos pétalos dorados tan brillantes como la luz del día. Fue así como Huitzilin volvió de la muerte para amarla de nuevo.

Recordamos esta leyenda mientras el ocaso se perfila con el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl de testigos. Al momento, doña Blanca y don Vidal, que brindan esta experiencia a través de la agencia Viaja Bonito, nos invitan a disfrutar del olor de la cempasúchil en su estado puro, ahí donde se aprecian las notas herbales y la frescura se mezcla con el aroma a tierra mojada, pues las lluvias de los últimos días también hicieron sus estragos. Ellos nos instruyen sobre el uso de las pinzas para cortar algunos tallos y llevar las flores que pondremos en los altares de nuestras casas.

Doña Blanca saca una olla de tamales que en la región llaman de comino, un platillo tradicional poblano con carne deshebrada y una salsa roja. De igual manera sirve unos tarritos de barro con atole de maíz azul macizo porque como el sol se oculta, la temperatura baja. De repente, el ambiente refresca.

Quien también nos acompaña es Pedro Flores, guía poblano, para explicarnos los simbolismos de la ofrenda que estamos por montar en medio del fluorescente campo anaranjado. “Lo que conocemos como Día de Muertos es un legado de la época prehispánica”, señala. “Todas las personas que han partido, que nosotros llamamos muertos, sólo están trascendiendo en el tiempo, van a morir cuando sus seres queridos hayan borrado totalmente su recuerdo”, aclara.

Por ahí se asoman las calaveritas de azúcar y chocolate que representan a los difuntos; el pan de muerto aparece como representación de la fraternidad; la sal es para purificar el cuerpo; las velas iluminan a los seres amados; y los pétalos de cempasúchil son la guía en el camino de las ánimas.

En un instante de silencio, recuerdo a mi abuelita y la sazón de su comida; las bromas de mi tío y sus risas en las reuniones familiares siguen presentes; el amigo que partió antes de tiempo está ahí con sus ocurrencias y aventuras. A ellos no los olvidamos, y es así como no mueren.

Disfruta de colosos en estas fechas en Atlixco, Puebla. Foto: J. Alexis Hernández y Especiales.

COLOSOS DEL MÁS ALLÁ

Para esas caminatas por las calles coloniales de la ciudad, el Valle de las Catrinas Monumentales embellece el rumbo con representaciones traídas del más allá. Para este año, los prominentes esqueletos (de hasta 8 metros de altura) rinden honor a los oficios emblemáticos de la cultura nacional. Por ahí aparecen la marchanta, la tejedora, la tortillera, el boleto, el panadero y el alfarero.

No puedes dejar de probar la comida tradicional en el Mercado Benito Juárez. Foto: J. Alexis Hernández y Especiales.

UNA PROBADITA DE LA HISTORIA

El valor culinario en Atlixco se enriquece con las voces y memorias que pasean por el lugar, y en el Mercado Benito Juárez, a unas calles del zócalo, se manifiesta el arte visual y gastronómico por medio unas chalupitas, un mole poblano, un consomé atlixquense o una cecina asada. Ya para el postre podemos disfrutar una nieve o paleta de aguacate. Pero si vamos en mes patrio, no olvidemos los coloridos chiles en nogada.

Disfruta de la imponente vista en el Mirador de Cristal. Foto: J. Alexis Hernández y Especiales.

VISTAZO ÚNICO HACIA LAS LEYENDAS

No apto para personas que padecen de vértigo, pero sí para los amantes de los paisajes radiantes, el Mirador de Cristal se eleva en el Cerro de San Miguel, el punto más alto de Atlixco. Desde ahí se contempla el amor que se juraron Popocatépetl e Iztaccíhuatl, y que quedó grabado como la leyenda de los dos volcanes más importantes del país. Desde ahí, también te puedes hacer una selfie rodeada de la eternidad.