Cada otoño llega con un suceso que fascina a muchos: el equinoccio. Ese instante, cuando el día y la noche se equilibran casi por completo, simboliza un momento de transformación y de inicio. No se trata solo de un hecho astronómico, también es visto como una oportunidad para cargar de energía positiva un nuevo ciclo.
En México, esta fecha adquiere una relevancia especial gracias a su herencia cultural y arqueológica. Desde Yucatán hasta el centro del país, se pueden observar espectáculos de luz que interactúan con antiguas construcciones, tal como lo hacían los pueblos originarios. Estos escenarios se convierten en un puente entre la ciencia, la historia y la espiritualidad.
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El 22 de septiembre de 2025, a las 20:19 horas, comenzará oficialmente la estación otoñal en el hemisferio norte. Ese día, el Sol quedará en línea con el ecuador de la Tierra, generando que la duración de la jornada y la noche sea prácticamente idéntica. Para muchos, este instante es sinónimo de renovación y reflexión.
Aunque se puede disfrutar desde cualquier lugar, miles de viajeros eligen acudir a centros arqueológicos para presenciar fenómenos de luz y sombra que siguen sorprendiendo. Antiguos espacios ceremoniales, que hoy son sitios turísticos, continúan convocando multitudes que buscan un vínculo profundo con la naturaleza y lo sagrado.
Zonas arqueológicas imperdibles
Entre los destinos más concurridos, Chichén Itzá ocupa el primer puesto. En la pirámide de Kukulkán aparece la llamada “serpiente luminosa”, un efecto visual que simboliza al dios maya bajando del cielo. En Teotihuacán, situada a una hora de la capital mexicana, la costumbre es subir a la Pirámide del Sol vestidos de blanco y extender los brazos para “recibir fuerza”.
Otros lugares con un encanto similar son Dzibilchaltún, donde el amanecer hace que el sol cruce el Templo de las Siete Muñecas; El Tajín, célebre por su Pirámide de los Nichos; Monte Albán en Oaxaca, con construcciones alineadas a los cuerpos celestes; y el Templo Mayor en la Ciudad de México, donde los rayos se deslizan entre los recintos de Tláloc y Huitzilopochtli.
Rituales para recibir el otoño
Además de recorrer las zonas antiguas, muchas personas aprovechan esta temporada para hacer prácticas de renovación personal. Entre las más conocidas se encuentran purificar los espacios con humo de sahumerios, encender velas para dejar atrás lo viejo, tomar baños de hierbas como lavanda o romero y sembrar semillas como gesto de gratitud y deseos de inicio.
El uso de ropa blanca, la danza, los agradecimientos y los rituales colectivos representan, desde épocas prehispánicas, la apertura hacia una etapa de balance. En la actualidad, estas expresiones se mezclan con el turismo cultural, llamando tanto a viajeros interesados en lo espiritual como a quienes buscan vivir la experiencia.
Tips para disfrutar la experiencia
Para quienes quieran presenciar el equinoccio de otoño en sitios arqueológicos, lo mejor es llegar temprano y así evitar multitudes. Se aconseja vestir ropa fresca, llevar agua, usar protección solar y atender las indicaciones del INAH, que organiza operativos especiales para resguardar tanto a los visitantes como a las construcciones.
Si no es posible acudir a una zona ceremonial, el fenómeno también puede apreciarse mirando al este al amanecer o al oeste al caer la tarde, momento en que la duración del día y la noche se equilibran. De cualquier forma, el equinoccio recuerda la importancia de la armonía y simboliza el inicio de una temporada con energía renovada.