En las extensas planicies y colinas que envuelven a Tlaxcala, el agave no es sólo un cultivo, es el núcleo de una tradición que se ha reavivado en los últimos años. Aquí, el pulque, esa bebida ancestral extraída del corazón del maguey, está impulsando un turismo sustentable que celebra nuestra herencia cultural.
Haciendas pulqueras
Te podría interesar
Con su arquitectura colonial majestuosa y extensos magueyales, son testimonio de una época de bonanza y sofisticación. Al visitarlas, uno se sumerge en la historia viva de la producción de pulque. Haciendas como Soltepec abren sus puertas a los viajeros, ofreciéndoles un viaje al pasado donde el pulque era conocido como “el néctar de los dioses”.
La Hacienda San Francisco Soltepec, joya arquitectónica con raíces en el siglo XVI, ha trascendido su pasado agroindustrial para convertirse hoy en un estandarte del turismo y la cultura de Tlaxcala.
Te podría interesar
Esta gran productora pulquera del siglo XIX, que vivió el drama de la Revolución Mexicana, se transformó en la década de 1930 albergando la primera Escuela Normal Rural del estado.
Por si fuera poco, la hacienda saltó a la fama en el mundo del cine cuando, en 1955, se convirtió en el escenario de la película “La Escondida”, protagonizada por María Félix y Pedro Armendáriz. Este evento marcó el inicio de su transformación hacia el turismo, sector en el que actualmente es referente.
Santuario del pulque
No se puede hablar del agave sin mencionar el Museo del Pulque, un espacio al que, su encargado, Andrés Trinidad González Tamayo nos adentra contándonos desde las leyendas alrededor del pulque hasta la parte más técnica de esta bebida milenaria.
Herramientas antiguas utilizadas en su elaboración hasta obras de arte rinden tributo a la diosa Mayahuel, convirtiendo al museo en un faro cultural que ilumina la importancia del agave dentro de la identidad tlaxcalteca.
Legado Titiritero
En el encantador Pueblo Mágico de Huamantla, conocido por sus coloridos tapetes de aserrín y la devoción a la Virgen de la Caridad, se esconde un rincón lleno de historia, magia y creatividad: el Museo Nacional del Títere que, bajo la dirección de Ignacio Tapia Echávarri, celebra el arte de la marioneta tanto en México como en el extranjero, resaltando su importancia cultural desde 1835.
En aquel año, en la serenidad de Huamantla, los hermanos Aranda —Julián, Hermenegildo, Ventura y María de la Luz—, junto con Margarito Aquino, comenzaron a narrar historias de fe a través de los títeres. Con el tiempo, su arte ganó popularidad y trascendió las fronteras de Tlaxcala.
Fue María de la Luz quien, tras enamorarse de Antonio Rosete, contribuyó a fundar en 1850 la emblemática familia Rosete Aranda, sinónimo de la tradición titiritera en México. La influencia de los Rosete Aranda perdura, convirtiendo al Museo Nacional del Títere en un guardián de este arte fascinante.
Historia viva
Al adentrarse en el centro de Tlaxcala, uno es recibido por el susurro de la historia que se filtra a través de sus angostas calles empedradas y sus edificios que son cápsulas del tiempo.
En la Plaza de la Constitución, corazón palpitante de la ciudad, se erige la fuente que ha sido testigo de los cambios a través de los siglos. Alrededor, los portales acogen a los visitantes con aromas de café, pulque y antojitos típicos, mientras la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, con su imponente fachada plateresca, invita a explorar su interior.
A sólo unos pasos, el Palacio de Gobierno se abre como un libro de arte en tres dimensiones, con murales que narran la historia de la región desde la llegada de los olmecas hasta la posrevolución, pintados por el artista Desiderio Hernández Xochitiotzin.
Conforme cae la tarde, el centro de Tlaxcala se viste de tonos anaranjados y violetas, las sombras alargadas de sus monumentos históricos se proyectan sobre las plazas. La actividad no cesa; las conversaciones se mezclan con el ocasional repique de las campanas que marcan el paso del tiempo y la banda de danzón invita a sacar los mejores pasos.
El centro de Tlaxcala, con su ritmo pausado pero incesante, continúa su diálogo entre lo antiguo y lo contemporáneo, una crónica viva donde cada esquina cuenta su propia historia.
Vida alrededor del Agave
El agave turismo en Tlaxcala no es sólo una ventana al pasado, es una puerta hacia un futuro sustentable. Los visitantes no sólo llevan consigo el sabor del pulque, sino la conciencia de la importancia de preservar el legado cultural y natural del estado.
Paraíso Tlaxcalteca
El Conjunto Conventual Franciscano y Catedralicio de Nuestra Señora de la Asunción son Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.