Los edificios históricos de las grandes ciudades son testigos de su evolución, narrando historias sobre las personas que las habitaron y gobernaron, los intereses que motivaron su construcción, las corrientes y estilos artísticos que prevalecían en su época, así como su grado de conservación.
En la Ciudad de México, uno de los edificios más emblemáticos e imponentes es, sin lugar a dudas, el Palacio de Bellas Artes, una joya arquitectónica construida entre 1904 y 1934 y ubicada en el Centro Histórico. Pero, ¿sabías que entre sus características más singulares se encuentra el único telón antifuego en un teatro de ópera en todo el mundo?
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¿Cuántos cristales tiene el telón de Bellas Artes?
El telón del Palacio de Bellas Artes, ubicado en la sala principal con capacidad para 1,590 personas, nació de una idea audaz y poco convencional. Durante la época de su construcción, que inició en 1904, los teatros eran propensos a incendiarse debido a la iluminación a base de velas que mucho aun tenían y los materiales inflamables utilizados en su estructura. Ante este riesgo, el arquitecto Adamo Boari, quien lideró el proyecto en su primera etapa, propuso un telón único en su tipo: fabricado con materiales ignífugos como el metal y el cristal, para garantizar la seguridad del público sin sacrificar la estética del espacio.
A diferencia de los telones tradicionales, que suelen estar hechos de algodón, poliéster o mohair y, por lo general, son de color rojo, el telón del Palacio de Bellas Artes está compuesto por fragmentos ensamblados de metal y cristal, lo que no solo rompe con la paleta de colores clásica, sino que también es en una obra de arte en sí misma. Este telón representa la belleza de los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl, dos gigantes naturales muy queridos por los habitantes del centro-sur del país.
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¿Quién estuvo detrás de la creación del telón de Bellas Artes?
Para hacer realidad este proyecto, el artista Louis Comfort Tiffany, desde la prestigiosa casa joyera Tiffany en Nueva York, fue el encargado de la creación del telón. Fue esta misma casa la que estuvo detrás de la obra. Para llevar a cabo el diseño, enviaron a México al escenógrafo Harry Stoner, quien trabajó bajo la idea del arquitecto Adamo Boari, con la visión de reflejar en el telón la vista que se tenía desde el Palacio Nacional, hacia los volcanes.
La obra se concibió con un objetivo primordial: ser completamente a prueba de fuego, para evitar que, en caso de incendio, el fuego se extendiera hacia la zona del público. Así, la parte del escenario fue fabricada con lámina acanalada de zinc, mientras que la cara visible al público se cubrió con lámina bronceada.
En el frente del telón, se colocaron 206 recuerdos, cada uno de los cuales contenía cristales opalescentes ensanmblados y siendo en total más de un millón, siguiendo el diseño que recrea la imagen de los volcanes. El peso total de la cortina fue de 22 toneladas. Antes de ser enviada a México, la obra estuvo expuesta en Nueva York y, luego, fue transportada en barco hacia su destino final.
El resultado final fue una pieza magnífica, que se ha convertido en uno de los elementos más llamativos del Palacio de Bellas Artes. Si tienes la oportunidad de asistir a una función en la Sala Principal, podrás ver el telón en acción, observar que tarda 90 segundos en ascender y 90 segundos en descender, y notar que, al hacerlo, no produce ningún ruido. También puedes participar en una de las visitas guiadas, donde se te contarán más detalles sobre la historia y la creación de esta singular obra de arte.