El Día de Muertos es una de las festividades más importantes de México y reconocida como Patrimonio Cultural de la Unesco, es una tradición de origen prehispánico y producto del sincretismo colonial. Ese día se montan altares y ofrendas en honor a los difuntos y se rinde culto a los que ya partieron, en ellas se colocan diversos elementos que representan a los 4 elementos, entre los que están las flores de cempasúchil.
Gracias a su color y aroma es uno de los elementos más representativos de las ofrendas para los muertos que evoca al elemento de la tierra, es originaria de México, su nombre proviene del náhuatl “Cempohualxochitl” que significa “veinte flores” o “ varias flores”. Los aztecas asociaban su color con el sol y su finalidad es guiar el camino de las almas hacia los altares. Aunque detrás de ella hay una leyenda de amor azteca.
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Cuál es la leyenda de amor azteca de la flor de Cempasúchil
La flor era considerada por los mexicas como un símbolo de vida y muerte. Su tallo puede llegar a medir hasta un metro de altura, mientras que sus botones pueden alcanzar los cinco centímetros de diámetro. En nuestro país, los estados de Guanajuato, Hidalgo, Michoacán y Estado de México son los que cuentan con las mejores condiciones de suelo y clima para su producción de florece después de la época de lluvias.
La leyenda cuenta la historia de amor entre Xóchitl y Huitzilin, ambos eran niños cuando la amistad comenzó a surgir y con el tiempo se transformó en amor, todas las tardes subían a la cima de una montaña a regalarle flores a Tonatiuh, el dios del sol. La deidad le sonreía a la pareja que se juró amor eterno, pero un día la guerra llegó y Huitzilin tuvo que ir a luchar, quien poco tiempo después murió en batalla.
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Xóchitl fue a la cima de la montaña para rogarle a Tonatiuh, que la uniera para siempre con su pareja. Conmovido, Tonatiuh dejó caer sus rayos sobre Xóchitl quien se convirtió en una flor amarilla como él y en ella se posó un colibrí, era Huitzilin, entonces la flor se abrió en veinte pétalos, desde entonces hay una relación de amor entre los colibríes y las flores de cempasúchil, son ellos quienes las polinizan y cada año cubren los campos con sus tonos amarillos y naranjas.