Lo que parecía existir solo en películas de ficción se está convirtiendo en una realidad, pues China ya está probando aquellos famosos coches que volaban sobre el pavimento, que no tocaban el suelo y que solo veíamos en las películas. Todo esto está ocurriendo en la carretera del este de aquel país, donde la tecnología ha avanzado y ahora prueban la levitación magnética.
El coche volador de China
Un coche volador chino se ha robado todos los reflectores, este transporte de aproximadamente 2,8 toneladas ha flotado 3,5 centímetros por encima del asfalto en la autopista de Jiangsu, al este de China. Ha sido desarrollado por la Universidad Jiaotong. No necesitó ser construido desde cero, sino que fue modificado a partir de un vehículo común y corriente y adaptado con la tecnología maglev (que viene del inglés magnetic levitation).
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¿Cómo puede un coche flotar?
Este vehículo fue modificado por los científicos y equipado con imanes potentes y permanentes para poder levitar, claro, necesitó que a la carretera se le pusiera un riel conductor de casi ocho kilómetros de largo para que funcionara a la perfección. La prueba consistió en ocho coches (cinco de nueva energía) uno de los cuales alcanzó la sorprendente velocidad de 230 kilómetros por hora. Sin embargo, hay que señalar que el automóvil no funcionó de manera ‘controlada’ oscilaba de derecha a izquierda y el flote que tuvo no fue continua, por algunos segundos las llantas tocaban el suelo.
Si bien ha sido hasta ahora una prueba, el profesor de la universidad Deng Zigang, espera que este tipo de tecnología en los vehículos sirva para reducir el uso de energía y aumentar la autonomía de los coches en un futuro.
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China a la vanguardia en tecnología flotante
Además de los automóviles, China también ha destacado por utilizar la tecnología de la levitación magnética en trenes de alta velocidad, al igual que Japón y Corea del Sur. Incluso China dio sus primeras pruebas en 2018, creando el tren de levitación magnética que era capaz de alcanzar los mil kilómetros por hora. Tres años después lo hicieron realidad, al crear uno de los trenes más rápidos del mundo, el cual unía Pekín y Shangai, un tramo de 1,200 kilómetros que se recorre en dos horas y media.