Nuestro país es un sitio lleno de riquezas culturales e históricas en cada estado y en esta ocasión, Chihuahua sorprendió a un grupo de trabajadores de la arqueología en un descubrimiento casual localizado en las faldas de la Sierra Madre Occidental del estado, donde un grupo de trabajadores de un proyecto privado descubrieron varios objetos dentro de una cueva.
Aunque las excavaciones comenzaron desde el 2016, cuando los dueños de la cueva decidieron nivelarla para comenzar a usar el espacio en la realización de eventos sociales, fue durante estos trabajos que se recolectaron algunos materiales detrás de la máquina, mismos que se depositaban en un cuartito cercano al lugar, donde se encontraron varias piezas arqueológicas cuando el dueño detuvo las obras e hizo la denuncia ante las autoridades a través de una fotografía donde se mostraban los materiales encontrados.
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¿Cuáles son los descubrimientos realizados en este lugar?
La nivelación de esta cueva tuvo una buena parte de trabajos arqueológicos y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) encontró varios objetos, de entre los cuales se registraron un bulto funerario de tres individuos adultos, fragmentos de cestería y la cabeza momificada de una guacamaya, lo cual hizo que se llevara a cabo una investigación sobre las guacamayas, que se consideraban como aves sagradas para las culturas prehispánicas del noreste de México y suroeste de Estados Unidos.
Esta importancia se debe a su colorido plumaje, ya que las aves formaron parte indispensable en el imaginario para estas sociedades antiguas, quienes las criaban para diversos fines, entre los que destacan algunos usos rituales. Esta cabeza de guacamaya momificada es la primera que se encontró fuera de Paquimé en un contexto arqueológico que los expertos dataron con una antigüedad de 2,000 años, el más antiguo de todos los descubrimientos hecho hasta la fecha en situaciones arqueológicas del norte de México.
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¿Dónde fue encontrada esta guacamaya?
Según indican los habitantes de San Francisco de Borja, el ave completa se encontraba en la tierra y aunque solo se recolectó la cabeza, no fue posible confirmar si formó parte de un acomodo funerario, ya que no se supo nada sobre el cuerpo encontrado. No obstante, según estudios arqueológicos posteriores, han explicado que la mayoría de bibliografía donde se buscó este tipo de vestigios, arrojaron que se hace referencia a un uso ritual de la guacamaya con fragmentos de esqueletos y plumas de ave, ya que se han encontrado en contextos ceremoniales y funerarios.
La guacamaya fue un ave muy valorada en el norte del país debido a que no existían muchas de ellas en la región, así que fue importada desde otras regiones y latitudes. Cuando Peniqué se estableció, comenzaron con su crianza para usar sus plumas con fines rituales y comerciales, por lo que existía una demanda más antigua. Al realizarse las excavaciones en los alrededores de la cueva, con la esperanza de encontrar más información en una franja de 25 metros de largo por uno de ancho, se localizó la evidencia de una estructura habitacional de bajarque con piso de tierra, sobre el cual se identificaron puntas del periodo Arcaico Tempano-Medio y restos de una mazorca quemada que se mandarán a fechar.
En otra parte del lugar, se encontraron la mitad de un cuerpo humano sepultado, donde destaca la pelvis y extremidades inferiores amarradas, lo cual se considera un posible entierro que originalmente se sepultó en otro lugar de donde fue sacado para una segunda sepultura aquí. Sobre el piso prehispánico también se descubrieron algunos fragmentos de carbón, olotes quemados e incluso algunas puntas de flecha, un hallazgo sorprendente que maravilla a los trabajadores de esta investigación.